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Psicoanálisis en 140 caracteres

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jueves


Mar del Plata -Lamborghini Osvaldo
Por Ricardo Strafacce

En la Nochebuena de 1977, la casa de la calle Falkner apenas podía contener a los veinticinco comensales con los que una María Teresa singularmente expansiva había querido compartir la felicidad que le provocaba el hecho de que ningún miembro de la familia hubiera sido víctima del régimen (Leónidas y los suyos ya estaban a salvo en México) y también, aunque de manera más íntima, que, contra todos los pronósticos, Osvaldo, que había dejado nuevamente de beber, tuviera cada vez más trabajo y se mostrara particularmente sosegado y bien dispuesto. Con los últimos días del año sus actividades habían cobrado un impulso inesperado: como algunos de sus alumnos -los más intrépidos- habían empezado a atender pacientes, a las clases se sumaban ahora los "controles" de esas terapias. Su economía en consecuencia mejoraba y ahora sí parecía que la enseñanza de Freud y todos sus subproductos podía ser una fuente de ingresos cierta y seria. Sobrio, previsor como nunca y, como siempre, exagerado, empezó a entregar a su padre todo lo que ganaba para que lo depositara a plazo fijo en la Caja de Ahorro, con lo cual a veces se encontraba tan impotente para afrontar los gastos más elementales y, en consecuencia, tan dependiente de la ayuda de Vilma, María Teresa o cualquier otro como cuando no trabajaba. La excesiva -excesiva al menos para él- actividad laboral no sólo no interfería en la escritura sino que, incluso, la realimentaba: He convertido los controles y didácticos en actos de escritura. Quiero decirte que no me limito a escuchar, desinterpretar y corregir lo incurablemente incorregible. Les entrego unos papelitos redactados en un estilo más o menos paradojal, siempre en sobre cerrado. Entienden, para mi sorpresa, y piden más. Uno de mis alumnos me ha planteado, muy seriamente, que me dedique a escribir además del psicoanálisis. Sin ironía: tiene razón. Escribir todo el tiempo... todo el tiempo... Tuve ganas de abrazarlo. [OL a CA del 31-12-77] El nulo desarrollo que el psicoanálisis tenía en Mar del Plata en esos tiempos y el crecimiento exponencial que experimentaba en Buenos Aires, además, hicieron que cuando, sin pensarlo demasiado aunque en un tono inusualmente formal, se le ocurrió comunicar sus actividades docentes y clínicas a la Escuela Freudiana de Buenos Aires fuera recibido con deferencia y promesas de apoyo: Establecí contacto con la Escuela Freudiana de Buenos Aires. Me alientan, me aseguran que no estoy solo. Pero agregan que debería viajar a la capital (al castillo) para proveerme de material, tan difícil de hacerlo llegar por correo. Como leí la novela de Kafka, sé que el lugar del agrimensor es la aldea. [Íd.] Tan bueno era el ánimo que tenía en esos días que ni siquiera lo desanimó un singular episodio que puso a su escritura psicoanalítica en una circulación enigmática y vertiginosa, aunque no deseada. Controlaba un caso que parecía hecho a su medida (tanto que pone en cuestión la verosimilitud de la anécdota): la paciente había tenido relaciones sexuales con un hermano durante años, las que interrumpió a partir del momento en que se casó. Tuvo entonces, casi inmediatamente a la boda, algunos encuentros íntimos con su cuñado. Más tarde, y mientras todavía duraba el matrimonio, en cuanto el marido salía a trabajar ella se metía en la cama y se masturbaba todo el día, casi sin interrupción. Fóbica, no podía salir a la calle, pero cuando lo hacía, invariablemente en taxi, la asaltaba la tentación -irresistible- de pedirle, exigirle casi al conductor que la condujera a un hotel, para acostarse con el taxista o para -en este punto dudaba la paciente- masturbarse sola (o acompañada por el taxista). Aparentemente Lamborghini había escrito unas cincuenta páginas sobre el caso con el entusiasmo del género nuevo y ya empezaba a fantasear con que tal vez, más adelante, podría contactarse con alguna revista especializada para publicar -¡cuándo no!- su informe. Pero esta ilusión se derrumbó cuando la analista que "controlaba" con él olvidó el historial de la paciente... ¡en un taxi!: Se trataba del primer análisis freudiano realizado en M/Plata, y, para mí, la pérdida de la carpeta equivale al naufragio del tratamiento: sin ninguna duda. [OL a CA de la primera semana de enero de 1978] [...] Despreocupado de estas perplejidades, para fines de enero él sintió que atravesaba el mejor momento de su vida: seguía sin beber ("¡Qué burda fue la coartada alcohólica! ¡Cuántos escapes permitía!" [OL a Tamara Kamenszain y Héctor Libertella del 23-1-78]), continuaba ahorrando algún dinero con los depósitos de Leónidas Aniceto y ya empezaba a considerar seriamente la posibilidad de establecerse para siempre en Mar del Plata y viajar a Buenos Aires sólo de tanto en tanto, de visita. En el horizonte de sus lecturas, mientras tanto, se producía un retorno temido y esperado. Apenas instalado en Mar del Plata había comprado todos los libros de Borges que encontró para releerlos con "pasión, alegría y repugnancia" [OL a CA del 8-1-78], hecho lo cual sintió que debía desembarazarse de ellos en forma urgente. Se encaminó entonces a una librería de viejo y los ofreció en canje por La muerte de Virgilio , de Hermann Broch, y cualquier otra cosa que el librero quisiera darle. Nunca supo por qué razón había quedado fuera del trueque el volumen que recopilaba la obra poética que, vuelta a leer dos años después, lo conmovió: Estoy completamente borgizado. Ocurrió. Como recordarás, yo había pignorado todos sus libros, salvo la Obra Poética . Relectura apasionada, devoradora y conclusión: jamás escribí un poema. Peor: no sé qué es "eso" de la poesía y ni siquiera conozco el español. Otro descubrimiento: de pura suerte, en mis libros se han deslizado algunas frases bien hechas. Lo que me separa de Medina, Asís, García y Cía. es eso solamente: mi buena suerte. Pero ¿por qué publiqué? No lo entiendo. En la Argentina la literatura existe. Y yo lo sabía. Quiero decir que no tengo disculpas para mi irresponsabilidad [...] Lo mejor de "La Negación" es borgiano. [...] Es posible que en los años venideros empiece a escribir. [OL a CA del 28-1-78]

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